Me despertó la horrible idea de que tal vez volviste a tu casa acompañada, o que te divertiste toda la noche y no pensaste ni un momento en mí.
Francamente, me merezco ambas. Merecería también una cachetada y ponerte la otra mejilla para recibir una nuevamente.
Merezco todo malo, merezco sufrir.
Pero cuánto desearía que me perdones, que lo hagas sería tu sello intachable de que nunca más te fallaría, pero que puedo hacer ahora, si hasta estoy convencido que no hay vuelta atrás.
Y ahora por fin entiendo eso de "ámame cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite" y cuánto necesito en verdad que me digas que me perdones, con dolor y todo que entiendas que me equivoqué y que, aunque te hice muy mal, el cariño que te tengo es inmenso, y que no me perdono ni a mi mismo todo lo que hice.
Creo, que va a ser un tiempo largo de caminatas, llantos, paseos en el puente, insomnios eternos y sobre todo, nostalgia de extrañarte.
Te amo, no sabes cuánto.
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