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lunes, 17 de agosto de 2015

Entre tarde y tarde, dialogo con el tiempo, ese fiel amigo que me observa extrañarte, ese compañero que sabe bien cuánto te lloro, como te quiero, y cuánto quisiera, por fin, tenerte de nuevo.
Por ahora me tengo que conformar con escribirte, aunque tal vez finalmente ésta sea la única forma que tenga de poder tocarte.


Confieso, que mi sueño recurrente es hacerte real. Real como esa vez, como la anterior. También como la última vez que te abracé tanto con mi tórrido querer, que tal vez te ahogué.


Todos los días.
Todos las noches.
Todas las horas.
A todo momento, cuando cierro los ojos, te apreto entre mis párpados para que no te me vayas.

Te extraño, no sabes cuánto.

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