Hacía tiempo que me sentía solo, solo en verdad.
Lo pernicioso de la soledad es que, se puede disfrutar si se elije pero cuánto se sufre si no se opta por ella pero, por alguna causa u otra, se nos presenta, como una sombra enemiga que nos va a seguir a donde vayamos.
Y tu presencia fue el remedio a esa enfermedad tan cruel, tu tiempo que me lo dedicabas todo para mí fue algo no solo por lo que opté, sino que verdaderamente lo necesité.
Tu presencia fue la razón por la cuál esas sonrisas aparecían de repente en la mañana y también en la noche.
Ahora que no estás, siento esas irresistibles ganas de un abrazo tuyo, y que por un rato yo sea tuyo un poco, y vos mía un tanto.
Ahora que no estás, me siento solo, más solo que nunca.
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