Y lidio día a día con un pesar, el de saber que no queres verme, y que si en la esquina yo estaría, darías la vuelta con tal de no ver mi cara.
Pero que puedo hacer, más que abstenerme a escribirte, a leerte, y repasar como todos los días cada recuerdo que tenemos juntos.
Como cualquier flor, una rosa puede ser exactamente igual a cien mil rosas mas. La diferencia entre esa flor del resto, es que me enseñó a apreciar cada espina aunque lastimen, de poder entender cuán frágil son sus pétalos y cuán duro a veces, es su tallo. La diferencia, entre vos y el resto, es que aprendí todo eso que la risa es capaz de darme, y el querer, capaz de regalarme.
Nunca tuve tanta incertidumbre de saber que es lo que te pasa por la cabeza, y eso me mata, me pone nervioso, me desespera continuamente.
Tu frialdad casi cruel y tu indiferencia tan hiriente las entiendo, te aseguro que lo hago, pero ¡ay! como duelen, y el dolor es insoportable si le sumo el pesar de tu ausencia.
Ahora, con tu permiso, me voy a dar una vuelta, y seguro termine en ese puente. Al parecer, no me parece suficiente pensarte todo el día, que te dedico un tiempo entero para quererte y extrañarte, mirando el cielo, solo, deseando que estés ahí.
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