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sábado, 29 de agosto de 2015

Admito que son difíciles las mañanas en las que por alguna extraña razón me despierto más temprano, o las noches donde tu insoportable presencia en mi cabeza causa que me duerma mucho más tarde.   Y esas tardes donde acostumbrábamos a estar juntos, quedaron vacías, tan vacías como un recipiente sin contenido, imposible de llenar con nada más que con tu amor, con tus manos, con tu sola presencia.
Es triste no sentir las emociones que sentía con tus besos, porque quedaron ahí, olvidadas en aquellos días donde nuestra solo preocupación era una caricia ajena, ajena en cuerpo pero no en sentimiento, porque también admito que tus abrazos me eran tan familiares, tan cálidos y grandilocuentes en emociones.

Haría lo que fuese para que de algún modo u otro me vuelvas a tener en cuenta, me confíes secretos y me relates anécdotas, me regales cariños y me brindes sonrisas.
Haría lo que fuese para que, de algún modo u otro, igual o diferente, vuelvas a estar al lado mío.

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