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lunes, 31 de agosto de 2015

Si hace más de un mes hubiese sabido que pasaría tanto tiempo sin verte,  te hubiese abrazado y hubiese rezado a aquél en el que no creo, ser el guardián de tu alma.  
Como un ángel de la guardia, y mirarte siempre, con ternura, deseando con ganas que vos también quieras abrazarme, y acurrucar tu belleza en mi pecho.


Solo quiero un abrazo, solo tuyo, y si pudieras darme el mejor te lo pediría, porque en verdad lo necesito, el más íntimo, el más profundo, el más cálido, que tal vez parezca poco pero lo necesito tanto.  
Parece un simple gesto en un mundo inmerso en vanidades e hipocresía, pero por más que me ofrecieran el mundo entero, cambiaría cualquier cosa con tal de poseer ese huracán de emociones al sentirme abandonado en medio de tus brazos. 

Solo quiero tu abrazo, el calor de tus mejillas, y el olor dulce de tu aliento. 
Solo quiero tu abrazo, para sentirme parte de algo, para sentirme parte de vos.

sábado, 29 de agosto de 2015

Admito que son difíciles las mañanas en las que por alguna extraña razón me despierto más temprano, o las noches donde tu insoportable presencia en mi cabeza causa que me duerma mucho más tarde.   Y esas tardes donde acostumbrábamos a estar juntos, quedaron vacías, tan vacías como un recipiente sin contenido, imposible de llenar con nada más que con tu amor, con tus manos, con tu sola presencia.
Es triste no sentir las emociones que sentía con tus besos, porque quedaron ahí, olvidadas en aquellos días donde nuestra solo preocupación era una caricia ajena, ajena en cuerpo pero no en sentimiento, porque también admito que tus abrazos me eran tan familiares, tan cálidos y grandilocuentes en emociones.

Haría lo que fuese para que de algún modo u otro me vuelvas a tener en cuenta, me confíes secretos y me relates anécdotas, me regales cariños y me brindes sonrisas.
Haría lo que fuese para que, de algún modo u otro, igual o diferente, vuelvas a estar al lado mío.

viernes, 28 de agosto de 2015

Hacía tiempo que me sentía solo, solo en verdad.
Lo pernicioso de la soledad es que, se puede disfrutar si se elije pero cuánto se sufre si no se opta por ella pero, por alguna causa u otra, se nos presenta, como una sombra enemiga que nos va a seguir a donde vayamos.

Y tu presencia fue el remedio a esa enfermedad tan cruel, tu tiempo que me lo dedicabas todo para mí fue algo no solo por lo que opté, sino que verdaderamente lo necesité.
Tu presencia fue la razón por la cuál esas sonrisas aparecían de repente en la mañana y también en la noche.


Ahora que no estás, siento esas irresistibles ganas de un abrazo tuyo, y que por un rato yo sea tuyo un poco, y vos mía un tanto.
Ahora que no estás, me siento solo, más solo que nunca.

jueves, 27 de agosto de 2015

Extraña y afortunada casualidad haberte conocido, a veces esas cosas que no esperamos y de igual modo aparecen en nuestra vida, son las que más nos sorprenden.
Tengo que admitir que siempre fuiste una sorpresa, y cada día quedaba asombrado de tu simpleza, de tu forma tan básica pero a la vez linda de poder sacarme una sonrisa, de poder hacerme sentir que a pesar de todo, todo iba a estar bien.

Espero que sepas que todo ésto tiempo fuiste la razón de mi felicidad, y que tal vez, por tu decisión, ésto no tenga un final feliz, pero estuve repleto de alegría cada uno de los momentos que estuve en tu compañía. 

¡Que recuerdos! ¡Que historia!

Y que placer que por un largo tiempo yo te tuve a vos, y vos me tuviste a mí.
Aunque sabes bien, que yo voy a estar ahí, a veces de lejos, a veces de más cerca, pero siempre, te aseguro, que mis abrazos, mi corazón, y mi forma tan simple de querer, va a ser siempre tuya.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Entiendo que no quieras.
También entiendo que no puedas.
Pero no entiendo por que no lo intentas.

Porque estaría ahí, para sostenerte el pelo cuando vomitas emociones,
y para abrazarte cada vez que lo necesites, palabras de aliento, miradas de entendimiento, caricias de comprensión y consejos, con sabor a amor.
Estaría ahí, siempre, cada vez que me necesites y cuando no lo hagas también, y te haría desear que me vaya con mi insoportable presencia pero causarte que me extrañes cuando por ratos me ausente.
Y luego vuelva, y te abrace y te quiera, y te cuide.
También, estaría ahí cada vez que yo lo necesite, y usaría tu resguardo para encontrar la calma.

Estaría ahí a pesar de que no estando también me sentiría bien, pero elija tu compañía y ansiaría que vos también la mía.

Estaría ahí, cada vez que tu locura se vuelva insoportable y mi paciencia llegue a su límite.

Cuando te equivoques, estaría ahí, tal vez triste por los daños pero siempre, con ganas de reconstruir.

Cada vez que me abraces, y cada vez que me beses, estaría ahí, en cuerpo, en alma.

Te aseguro, cada vez que quieras, estaría ahí.

domingo, 23 de agosto de 2015

Va a pasar el tiempo, y la plaza moreno, los 13 de todos los meses, la crema oreo, el laberinto de la fiesta de la guitarra, Antares, la parrilla donde comimos cerca de la terminal, 57, 7, las calles de Dolores que recorrí con vos, cada lugar donde nos sentamos, cada lugar donde nos besamos, cada lugar donde te dije que te quería, el 25 de Julio, los pasajes a Dolores, la cicatriz que me quedó en el brazo derecho por tus uñas, los andenes del 18 al 20 en la terminal, la esquina en frente de Frawen's, los canarios amarillos, los almuerzos familiares, las chalinas, la forma particular de hacer canelones, o de mezclar morrón, queso, manteca y cebolla, y que quede exquisito, los espejos en los roperos, los pandeiros, jesús el camino, y una innumerable cantidad de lugares, sensaciones, momentos, cosas, olores y colores,

Me van a hacer acordar, cuando sentí la mayor felicidad de mi vida.
Te amo, Constanza.

Acá y allá.

Acá, donde los besos se vuelven sueños,
donde tus brazos y los míos parecen extensiones de un solo cuerpo,
donde tus ojos traen calma y tu presencia,
¡ay! tu presencia ...

Acá, donde rige la afición,
y tu pelo pide a gritos recibir caricias,
y tu boca, ser besada,
y tu cuerpo,
                      ser amado.

Acá,
donde tus ojos color cobrizo,
son el espejo de tu alma,
esa que abracé con mi propio querer.


Acá, por favor,
y no allá,
donde el gusto de extrañarte,
tiene un sabor amargo.

viernes, 21 de agosto de 2015

Dicen que siempre volvemos al primer lugar donde fuimos verdaderamente felices. Que siempre buscamos esos abrazos, como ave que busca a su madre después de nacer.
Dicen también, que nunca olvidamos. A veces intentamos, sí, pero en vano, por que los recuerdos que sacaron nuestras sonrisas más auténticas siempre están ahí, como esperando resurgir.
Afirman, algunos, que el destino es perverso, y nos hace malas jugadas para dificultarnos objetivos, pero a veces también es benévolo, y encamina su curso a ese lugar que tan bien nos hace sentir.

Otros, creen que nada se resuelve, que los problemas ajenos y propios son como un ciclo sin fin que siempre vuelven a uno.
Yo, particularmente, creo que todo tiene solución, que el cambio depende de uno y que, vale dejar de lado el orgullo, la tristeza, la vergüenza y los miedos. Vale dejar de lado absolutamente todo cuando algo verdaderamente importa.

También dicen, que para decir y sentir el auténtico amar, hay que ver la ira, los malos hábitos, las contradicciones y los malhumores, así como la primera imagen despeinada de la mañana, o los días donde se siente en tormenta.
Cualquiera puede amar una puesta de sol, también un amanecer, los días soleados y la alegría.
Se tiene que querer en serio para seguir queriendo, aún en la tristeza y en la decadencia.

Te juro, que te quise ayer, te quiero hoy y te quiero siempre. Te quiero bien, te quiero mal, también te quiero ciclotímica, y no estes muy segura si estas bien o mal.  Te quiero, todo el tiempo.
Y también te quiero, acá, conmigo.

jueves, 20 de agosto de 2015

Extraño el arte de enredar nuestras manos, y no veo la hora de poder tenerte de frente.
Revivir atardeceres, soñar mañanas, noches estrelladas y tardes de lluvia.   Todas, con vos.

Ojos tiernos, piel suave, perfume fuerte pero tan familiar.  Un abrazo tuyo me siente a hogar.

Extrañarte, ese sentimiento tan detestable que se me hizo costumbre.

Mi alma te grita, nostálgica, deseando que el destino reencuentre la pintura que forman nuestros cuerpos.

Vacío.

Eso se siente, cada vez que reina tu ausencia.

Y me siento tan lleno,
    de cuerpo,
      de alma,
        de mente,
      tan lleno de vos, cuando te tengo acá.
Conmigo.

Y creo, ahora y siempre, que mi lugar es ahí, con vos.
Y que tu lugar es acá, conmigo.


No veo la hora,
de que nuevamente nos podamos sentir hogar.  Los dos juntos, abrazados, cerrando los ojos.
Volviendo al lugar, donde fuimos felices.

lunes, 17 de agosto de 2015

Entre tarde y tarde, dialogo con el tiempo, ese fiel amigo que me observa extrañarte, ese compañero que sabe bien cuánto te lloro, como te quiero, y cuánto quisiera, por fin, tenerte de nuevo.
Por ahora me tengo que conformar con escribirte, aunque tal vez finalmente ésta sea la única forma que tenga de poder tocarte.


Confieso, que mi sueño recurrente es hacerte real. Real como esa vez, como la anterior. También como la última vez que te abracé tanto con mi tórrido querer, que tal vez te ahogué.


Todos los días.
Todos las noches.
Todas las horas.
A todo momento, cuando cierro los ojos, te apreto entre mis párpados para que no te me vayas.

Te extraño, no sabes cuánto.

viernes, 14 de agosto de 2015

Con los ojos fijos, concentrado totalmente en un libro de esos que te atrapan con cada letra, leo sin interrupciones ante una actitud indiferente y enojada de mi papá que va a durar todo el viaje.
Viernes color nostalgia.  Son las 15 y 27. Es una tarde de invierno de esas donde la llovizna ininterrumpida pero tenue rocía a una ciudad de las diagonales que, a pesar del agua, nada frena su curso caótico, desordenado y ruidoso.

Me distraigo por un momento, lo suficiente como para levantar la vista y ver que estoy situado entre 56 y 7, justo al frente del Bar Venue, y esa distracción alcanza para que cierre completamente el libro al que tanta atención le estaba dando y mire, casi hipnotizado, esas veredas, esos locales, toda esa gente, los autos y las calles, carteles.  
                  Dejavú. 
En el auto hay un silencio permanente, aunque para mí, es uno de esos silencios lleno de sonidos, de aquellos donde la cabeza grita emociones.  Cada detalle de ese tan recordado ambiente me encandila como si fuese un insecto que no se concentra en nada más que esa luz que persigue.  Cada objeto, lo recuerdo con la nostalgia que se recuerda esas cosas que siguen vivas, adentro nuestro.
Hoy aprendí, que hay situaciones que no se recuerdan, sino que se reviven, y despiertan en uno los sentimientos que vivimos en ese mismo instante.

Sonreí, a la vez que se me cayó una lágrima, sonreí con esa sonrisa que se presenta cuando uno está triste, encarnando un fantasma que lo persigue. El fantasma de tu abrazo, quizás, o de aquellas tardes que recorrimos esas calles, que vi esas paredes con sus edificios altos estilo europeo, y su gente, y su caos continuo. Aunque debo admitir que nunca me había centrado en ese entorno antes, mi foco de atención se perdía en tu boca cada vez que hablabas, y todas esas veces que me mirabas.

Por un rato miré con la añoranza que se mira a través de una ventanilla, casi de película, y por mi mente pasaban las imágenes que antes había vivido.
Cine San Martín, la palmera donde nos sentamos alguna vez, un banquito donde discutimos, también esa pared donde te dije cuándo te quería a la vez que cerré los ojos para abrazarte.

Volví al libro, con calma traté de dejar de pensar en vos, con la esperanza de que después de días y noches enteras haciéndolo, esta vez por fin funcione. Leí, y después de dos páginas me dí cuenta que no tenía idea que había leído en el renglón anterior y tuve que dejar de hacerlo por un rato, y tratar de dormir, el dolor de cabeza me estaba matando.


Largo viaje, mucho tránsito, tedioso y aburrido, sumándole un día gris, de esos que parecen acompañar el estado de ánimo de los tristes.

Aunque, últimamente, lo tedioso no es el viaje, ni el clima, tampoco los días ni las horas.
Es quererte, como si recién inventaran el verbo. Tierno, ilusionado y apasionadamente. Pero también triste, abrazando en mi mente, un cuerpo que brilla en su ausencia.

jueves, 13 de agosto de 2015

Algunos dicen que no somos más que las batallas que peleamos, y que la clave, está en no solo elegir en qué batallas formar parte, sino también saber si te haría tan feliz como pensas ganarlas.

Dudo, de mi mismo y del resto, trastabillo, pienso innumerables veces las cosas antes de por fin, hacerlas, pero la certeza más segura que tengo es que ganar ésto, de algún modo u otro, sería triunfar enteramente.  Y ahí es cuando otra vez se me planta la duda, porque no tengo idea que voy a ganar con vos, ni cuánto ni como, pero solo me conformo con saber que voy a estar ahí, y voy a tener tu mano tendiendo de la mía.
Eso, para mí ya es ganar.


Perder, en cambio, es ésto.
Es tu ausencia.
Es tan solo, después de tu ida, haberme convertido en un triste número impar.

miércoles, 12 de agosto de 2015

No podrá ser hoy, no podrá ser mañana, quizás no podrá ser nunca, pero el que no sea, no va a impedir que te quiera.
Y sí, me doy cuenta que no solo te elegí, sino también te necesité, y hablo en pasado como una vil hipocresía porque aún entiendo que te sigo necesitando, y su ausencia es tan cruda y tan real que lastima, y cuánto lo hace.
Sos de ese tipo de personas, bah, sos ESA persona, la cuál con palabras hace que mi mundo se detenga y que, con sonrisas, haces que mi universo se columpie.   Ni hablar, de todo eso que generas con un suspiro, o con lo profundo que se vuelven tus ojos en todas esas miradas.

Aunque ...
y siempre hay un aunque.  Todavía tengo ahí, en el recuerdo, tu odio, tus palabras.

Pero también hay un pero para mí, porque creo que mi amor sigue existiendo, a pesar de  tantos actos fallidos.
¡Y qué amor, y cuántos actos fallidos!

 Pero ahí esta, ahí lo tengo, guardado en el baúl de las cosas que me faltan práctica, que no se hacer, en ese baúl de las cosas improvisadas. 

La vida siempre nos da la posibilidad de elegir donde quedarnos.

Dame la mano, por favor, que yo, quiero quedarme con vos.

lunes, 10 de agosto de 2015

Y lidio día a día con un pesar, el de saber que no queres verme, y que si en la esquina yo estaría, darías la vuelta con tal de no ver mi cara.
Pero que puedo hacer, más que abstenerme a escribirte, a leerte, y repasar como todos los días cada recuerdo que tenemos juntos.

Como cualquier flor, una rosa puede ser exactamente igual a cien mil rosas mas. La diferencia entre esa flor del resto, es que me enseñó a apreciar cada espina aunque lastimen, de poder entender cuán frágil son sus pétalos y cuán duro a veces, es su tallo.  La diferencia, entre vos y el resto, es que aprendí todo eso que la risa es capaz de darme, y el querer, capaz de regalarme.

Nunca tuve tanta incertidumbre de saber que es lo que te pasa por la cabeza, y eso me mata, me pone nervioso, me desespera continuamente.
Tu frialdad casi cruel y tu indiferencia tan hiriente las entiendo, te aseguro que lo hago, pero ¡ay! como duelen, y el dolor es insoportable si le sumo el pesar de tu ausencia.


Ahora, con tu permiso, me voy a dar una vuelta, y seguro termine en ese puente. Al parecer, no me parece suficiente pensarte todo el día, que te dedico un tiempo entero para quererte y extrañarte, mirando el cielo, solo, deseando que estés ahí.

domingo, 9 de agosto de 2015

No tuvo que pasar demasiado tiempo para que llegaras y te apropies de mi corazón,
y de todas mis noches de desvelo.
Aunque ahora me duele, donde antes me curabas, y lo único eterno ahora, es olvidarte.
Después de todo, no se te hace tan difícil estar sin mí.
Después de todo, para mí no es tan fácil estar sin vos.


Aunque cada noche me pregunto a mí mismo, si cada vez que cerras los ojos pensas en mí.

Y tenes que saber, que si vos me olvidas, poco a poco,
yo poco a poco también voy a olvidarte,
y como un árbol, levantar mis raíces y mudarme a otra tierra.


Pero en cambio,
si decidís quedarte, con todos esos miedos e inseguridades,
yo voy a estar, viviendo en ese  - te amo - que alguna vez me dijiste,
y cuidando todo eso que no quiero perder.

sábado, 8 de agosto de 2015

Temporal.

Cielo triste casi, llorando en una noche inmensa, más inmensa con tu ausencia. 
Y duele la nostalgia de no tenerte, y saber que siempre es lo mismo

Si camino el suelo que siempre piso,
también,
si acaricio el perro, o corro, o grito,
si miro al cielo y siento la lluvia,
o me pongo un rato a pensar,
todo me lleva a vos.

Como si la rutina
tan grisácea y triste,
fuesen aviones de papel que me llevan a las nubes tuyas que me esperan.

Aunque vos y yo sabemos,
que esas nubes ya no están,
y solo es tormenta lo que queda

Tal vez, tu cielo despejó con alguien más,
y pienso triste,
que la puesta del sol nos llegó.


Y si solo es temporal lo que resta,
y si solo el granizo nos golpea y maltrata,
si solo la lluvia cae sobre nosotros,

Quiero, ansío volver a ser tu paraguas.
Te fuiste, y no alcancé a terminar de amarte, y darte todo eso que juré darte.
Y mi querer es uno de esos que se basa en palabras bonitas y promesas a la distancia.
         Cómo duele querer así.
Como duele tenerte lejos y saber que no me pensas,
 y me hiere la idea de saber que probablemente reinventes besos en otra boca,
y abraces,
 con sentimiento,
       a alguien mas.


Quisiera abrazarte,
 apretarte tan fuerte hasta que se te salgan los ojos.
Y no, no estoy tratando de ser tierno,
            sino realista.

Y pedirte perdón casi gritando,  y llorarte descomunalmente en frente tuyo,
y volverte a abrazar,
y sentir que tal vez te tengo de nuevo de paraguas,
              en éstos días
                        donde solo la lluvia es mi amiga.

jueves, 6 de agosto de 2015

Abrí mi alma y dejé que descubras mis miedos, mis sueños, mis defectos y mi espíritu. Ahí fue cuando me sentí realmente vulnerable, completamente desnudo.
Y ésta noche solo pido que me dejes un lugar en tu cama porque, probablemente, alguno de mis pensamientos va a pasar a saludarte, como dándote uno de esos besos de buenas noches.
La realidad es que estoy enamorado, de vos, de alguien que está lejos, pero quizás no tanto como para que le lleguen mis palabras, y si escribo es con la ilusión de que tal vez alguna de éstas letras abrace su alma, ya que mis manos no pueden hacerlo.

De todas las muestras de sinceridad que no te dí, acudo a esa que me parece más sincera, la pasión.
Esa con la que te quise y la que te sigo queriendo.


Extrañar, y esos tantos pasatiempos que aprendí a tener ahora que no te tengo.
Por que ambos sabemos, que mi único y real oficio, es amarte.


miércoles, 5 de agosto de 2015

Tu presencia fue digna de catalogarse como "muy linda".
Creo que no le cabe cualquier otro adjetivo, de esos que usamos cotidianamente para describir algo que nos gusta, tales como "tremendo", "espectacular", "sublime", "terrible".
No, tu presencia fue muy linda, en el sentido más amplio de la palabra, de su encanto, de su belleza. Abarcando sentimientos y profundas emociones.    Es la presencia más linda del mundo.

Y todavía siento el ardor de cuando estuviste acá, quemando por dentro y viviendo conmigo, y dicen por ahí que solo el árbol alcanzado por el rayo, es capaz de guardar el poder del fuego en su madera.


Y acá estoy, con las quemaduras de tercer grado que dejaste al alejarte.

Y ojalá vuelvas, ojalá gires la cabeza y corras nuevamente abrazarme.
Ojalá vuelvas a mí, como el asesino que vuelve a la escena del crimen.
De todos los placeres de la vida, me quedo con el de abrazarte.

De todos los abrazos, me quedo con los tuyos.

De todas las lágrimas, prefiero aquellas que fueron en tu causa.

De todas las miradas, dejo de lado los ojos ajenos y elijo siempre esos que preferí siempre.

De todas las lluvias, elijo aquellas que pensé en vos, y más aún todas esas que pasamos juntos.

De todos los domingos, no elijo ninguno, nunca me gustaron los domingos. Aunque no puedo negar que los domingos fueron un poquito más lindos cuando te tuve cerca.

De todas las sonrisas, algunas con sentido y otras inescrutables, que surgían con la sola acción de mirarte, elijo esas que me diste, y todas aquellas que yo te regalé.

De todas las caricias, opto por esas que me tocaron el alma.



Y de todos los recuerdos, claro, me quedo con los mejores.
Todos esos, donde estás vos.  Y vas a estar, por mucho tiempo.    [siempre]
Beatles. Lluvia. Té. Chocolate. 
Dolor de cabeza, migraña me dijo la oculista días atrás, y una tos incontenible que agrava el problema anterior.  Me miro al espejo y veo alguien para nada risueño, más bien, taciturno, mostrándose rendido.
La luz del monitor alumbra un cuarto que sólo es alumbrado, cada tanto, por alguna luz de los relámpagos, ínfima en tiempo, instantánea, que refleja cada rincón y luego vuelve todo a una oscuridad total.

Nada llena éste cuarto vacío de sonrisas.
Lo único que vuela en al aire, son esos pensamientos recurrentes sobre querer correr bajo la lluvia a ir a buscarte.

Le doy un sorbo al té.
Me acuesto.


El sabor del té es ... familiar. Pero raro.
La cama ... la siento distinta.



En la cama faltas vos, y el té, sabe a nostalgia.

martes, 4 de agosto de 2015

Y mis actitudes separaron más que la propia distancia, y hoy soy víctima de palabras duras y la constancia de la indiferencia. Tal vez también, del desamor, ¿y por qué no? del odio.

Y duele saber que querías algo que ahora ya no quieras, y que yo sigo acá, con ganas de brindarte todo, a pesar de haberte pagado con nada.

Si supieras, si pudieras leer mi mente por un segundo y sentirías lo que yo te quiero, lo que yo te extraño! lo que yo te admiro, lo que deseo cuidarte y tenerte.

Acá voy a estar, acá yo, acá siempre, acá, siempre acá.  Esperando.

lunes, 3 de agosto de 2015

En ese puente.

Paso lento, nauseabundo casi. A veces el suelo acaricia las lágrimas que caen solas por el cuerpo, y acompañan ese caminar triste de alguien que siente ese puñado de sentimientos que nunca quisiera sentir.
Ya rutina, parece, que mis días terminen recorriendo siempre el mismo lugar de un pueblo que de noche se vuelve casi fantasma, y termine ahí, en ese puente.

Sentado, otra vez, viendo como la noche oscura avanza, contando el paso lento de gigantes con ruedas que recorren el camino de cemento para llegar vaya a saber uno a dónde. 

Apoyo mi cuerpo contra esas barandas de hierro que me limitan  de un vacío finito para llegar al suelo, vacío que a veces dudo en abrazar con un salto y chocar de cara al piso, escapando, huyendo del propio sentir.
Horas, enteras, y muchas, que pienso tanto al punto de marearme con mis propios pensamientos, especulaciones, hasta sueños.

Horas frías que pasan, y viento que sopla, llevándose esos suspiros de arrepentimiento y nostalgia por todo eso que pudo ser, pero que no fue.

Una, dos, tres, vaya a saber cuántas horas por día paso sentado en ese amigo nocturno que si hablara me dijera tantas cosas.
Horas, que paso sollozando tristezas y apretando puños, lleno de bronca de mi mismo, de mis propias acciones.

Ratos largos que paso sentado en el único lugar donde me siento verdaderamente en paz, y que triste que sea un puente, y de noche, el lugar donde me sienta libre de llorar, de gritar, de hablar, y que no sea al lado de un cuerpo que me acompañe en pensamiento, que me escuche y que no me juzgue, muy a pesar de todo.
En esos ratos donde estoy sentado, hasta acostado encima de un puente encima de un camino, cierro los ojos con fuerza y si bien, por momentos desearía sumirme en un sueño tan largo que supere los años que pueda vivir, por otros deseo que al abrirlos, todo vuelva a ser como antes.

Como en esos ratos cuando sonreía, y era libre, y era pleno, y estaba vivo.

Justo ahí.

Justo ahí,  donde quema la vergüenza,
donde arde,
aquel orgullo propio,

Justo ahí,
donde nacen las decepciones,
y en plenitud,
se encuentran las desilusiones,

Allí,
donde buscarte duele,
donde extrañarte,
quema,
donde mirarte,
desgarra,


Allá,
donde tus ojos sienten,
y tus lágrimas caen,
también las de aquellos,
también las de ellos,
también las de ustedes,

Acá,
donde llora el cuerpo,
donde el alma grita,
donde el corazón calla,

Acá estoy viviendo,
en ese rincón del mundo,
donde quiero a todos,
menos,
a mi mismo.

domingo, 2 de agosto de 2015

Probablemente, si pudieras, arrancarías todo cariño que te quede sobre mí, y tal vez también cualquier recuerdo.  Desgarrarías, con bronca, toda foto y presente que te haga acordar de mí.
Creo, y hasta estoy casi seguro, que queres olvidarme, dejar de quererme, por fin no extrañarme.

Y eso me lastima tanto, casi tanto como yo te lastimé a vos, y aunque nunca olvidarás esa herida, como me gustaría, con todo el amor y sinceridad que puedo encontrar en lo más profundo de mí, curarte cualquier retazo de tu corazón y abrazarte con el cariño más grande que siente mi alma.

Esperaría paciente, que tu enojo pase y que las aguas calmen, y ahí estaría yo con los brazos abiertos para volver a recibirte, y doblegar toda sonrisa que alguna vez te hice sentir.  Te quiero, te quiero hoy y te quiero siempre.

Te amo, sinceramente, sábados a la noche y miércoles, a las cuatro de la tarde.  Recién levantada como tantas veces que tuve el privilegio de verte o maquillada, como cada vez que pude contemplarte, enamorado, loco, pensando el miedo que me daría perderte. 


Quiero volver a encontrarte, en esa plaza, en aquel banco y en cualquier otro lugar donde hayamos estado juntos, donde me hiciste sonreír con plenitud y me llenaste de esa alegría que no encuentro en ningún lado.
Hoy afirmo, que cada día te extraño más, y que cada día me enamoro más de vos.

Realmente creo que me enamoré  de tus malas actitudes, de tu manera sutil de enojarte por todo, de tu forma insoportable de ponerte celosa, de tus palabras hirientes, también me enamoré de esos maltratos que después vienen de arrepentimientos, y sobre todo de tus enojos después de miles de preguntas mías. 
Me enamoré de todo eso a lo que llaman defectos, porque cualquiera se podría enamorar de tu lado tierno, de tus besos sinceros y tus abrazos tan lindos, de tus miradas profundas y tus suspiros que exhalas de vez en cuando, pero enamoran, ¡Cuánto enamoran!


Te amé ayer, te amo hoy, y Coni, te amo siempre.
Estoy asustado, indeciso, desesperado, deseoso, hambriento, soñador y enamorado. Todo. De vos.
Escribiendo te amo se que cada letra te mira a los ojos y te da un abrazo de esos que siempre me gustó brindarte, aquellos que callan las palabras y calman las tristezas, y me gusta tener en claro que verte, en cualquier circunstancia o momento, me hace bien.

Aunque ahora mi esperanza se asemeja a una brújula, y las brújulas de poco sirven si no se tiene un mapa. Pretendo llegar a vos al final del camino pero vaya a saber como, sin saber que recorrer y que obstáculos sortear.

Diariamente mi cabeza se convirtió en un martirio de recuerdos que no para de recordarme lo feliz que fui con vos, y proyectarme imágenes pasadas como si fuese una película, una de esas que las quisiéramos ver una, y otra, y otra vez.
Alguna vez dije que me habías cambiado el concepto de amar, para bien, y para siempre, pero que alejado estaba mi querer del tuyo que vos dándome todo yo termine dándote nada.  Como me gustaría volver a tenerte para aprender a quererte, y paso a paso poder cuidarte, equivocarme tal vez, nuevamente, pero siempre intentando hacerte el mayor bien posible.

La tristeza de tenerte no mata. Pesa, duele, me paraliza, da miedo e impotencia. Pero no mata.
Lamentablemente.
Y día a día tengo que sufrir la pena de que ahora sí te siento ausente, y hablo de esa ausencia que no duele, sino que arde, quema, se calma y vuelve a quemar, sofoca y te obliga a llorar.
Y sin buscarte o también haciéndolo, te encuentro en absolutamente cualquier parte, principalmente cuando llega la noche y cierro los ojos.

Un abrazo, un beso y tus ojos mirando los míos, el mejor combustible para las alas.


Cuando quieras, yo voy a estar acá, paciente, amando y extrañando cada parte tuya, esperando, que te atrevas a volar conmigo.

sábado, 1 de agosto de 2015

Y de todos los pedazos de tu corazón roto, creo que estoy sintiendo como me punza el más afilado.
Pero a pesar de aún haberte decepcionado, y haber tirado por la borda lo que habíamos construído, sigo con esas constantes ganas de amarte, de cuidarte entre la noche y el alma, el día y la sonrisa, tu pelo y mis caricias.

Creo que tu perdón vale más que cualquier cosa, presente en este mundo, pero lo que en verdad tiene un valor inigualable es mis inmensurables ganas de que vuelvas a sentir en mí el abrigo en éste invierno tan frío, y sientas que mi abrazo puede calmar cualquier dolor.

Te amo, negrita.
Me despertó la horrible idea de que tal vez volviste a tu casa acompañada, o que te divertiste toda la noche y no pensaste ni un momento en mí.
Francamente, me merezco ambas.  Merecería también una cachetada y ponerte la otra mejilla para recibir una nuevamente.

Merezco todo malo, merezco sufrir.

Pero cuánto desearía que me perdones, que lo hagas sería tu sello intachable de que nunca más te fallaría, pero que puedo hacer ahora, si hasta estoy convencido que no hay vuelta atrás.

Y ahora por fin entiendo eso de "ámame cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite" y cuánto necesito en verdad que me digas que me perdones, con dolor y todo que entiendas que me equivoqué y que, aunque te hice muy mal, el cariño que te tengo es inmenso, y que no me perdono ni a mi mismo todo lo que hice.


Creo, que va a ser un tiempo largo de caminatas, llantos, paseos en el puente, insomnios eternos y sobre todo, nostalgia de extrañarte.

Te amo, no sabes cuánto.