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sábado, 18 de julio de 2015

No importa realmente cuántas veces me vi  al espejo, o cuántos domingos por la tarde haya hablado conmigo mismo,
mucho menos cuántas veces en la ducha haya tenido conversaciones con mi consciencia.
Tampoco es relevante las opiniones ajenas sobre mí persona,
en definitiva, no importa cuánto creía que me conocía, porque llegaste vos y me reinventaste por completo.
Desde ahí entendí que despierto cada día con ganas de estar en tu almohada y besarte un buen día.
Y que siempre, absolutamente todos los días, tengo unas ganas de vos que no se me gastan con ninguna espera.

El tiempo, es todo eso que nos cambia la manera de mirar.  Tantas veces cambié mi forma de observarte y tantas veces me sorprendí por lo que ví. Para bien. Para siempre. 

En tus palabras hubo siempre de todo menos letras. Fueron y existieron siendo plagadas de sentimientos que me desnudaron, pero que nunca me hicieron sentir frío.
Sonrío con cada cosa que pienso de vos, pero soy realmente feliz, cada vez que puedo pensar en lo nuestro.

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