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domingo, 12 de julio de 2015

En el banco de esa plaza donde te había visto ya hace tiempo atrás,  varias veces, me senté por un largo rato.
Y el correr de las lágrimas era incesable, temblé de nervios por un largo rato y todo esfuerzo por querer tranquilizarme, fue en vano.
Miré el cielo, y rogué a un dios tal vez inexistente que me ayude.

Lo pensé muchas veces, y creí que tal vez, era mejor que de repente, de forma instantánea e impredecible, me muera. No se como, pero que de un momento a otro deje de vivir, y, tal vez, solo tal vez, deje de perder las cosas que realmente me importan
deje de sufrir
deje de desilucionarme
tal vez, y solo tal vez
deje de llorar

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