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miércoles, 15 de julio de 2015

Con el tiempo todo pasa. He visto, con algo de paciencia, a lo inolvidable volverse olvido, y a lo imprescindible, sobrar.
Solo nosotros mismos somos dueños de que elegir,
las elecciones nos forman, nos crean, nos dan esa esencia única que cada persona tiene.
Nosotros mismos elegimos que es inolvidable, y claramente, que es imprescindible.
La materialidad de los sentimientos nunca va a ser posible, pero la personificación, sí.
Porque una persona puede ser naturalmente un sentimiento, y despertar otros cuando esa persona está ausente. Solo y exclusivamente porque nosotros elegimos eso.

Hace tiempo que elegí ésto.
Elegí quererte, elegí con cada detalle hacer un recuerdo. Insignificantes, para él, para ella, para todos ellos, hasta para vos también, pero para mí, cada detalle de lo que pasó lo tengo en la cabeza.
Cotidianos, como perfumes, números, tal vez hasta instantes ínfimos en el tiempo que pasan desapercibido a ojos ajenos a los míos.

Me equivoqué, muchas y tantas veces, y probablemente me siga equivocando, muchas y tantas veces más, pero siempre la vida recompensa a quien se arrepiente y premia al que se esfuerza.

Y quizá mi amor no era el mejor, era demasiado celoso y loco, pero era grande, sincero, y todo tuyo.
Y lo sigue siendo, aunque duela, y te sienta distante como la nostalgia de un recuerdo.

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