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viernes, 9 de octubre de 2015

Ya escribir, no sirve.
Ni las tardes con amigos,  ni recostarse en el pasto, ni jugar con el perro, ni escuchar música.

Tampoco sirve el abrazo de mi vieja, o las palabras, de mi hermana.

Mucho menos caminar, o sentarme en el puente, gritar con fuerza o lastimarme la mano de manera idiota golpeando cosas.

No, tampoco sirven los excesos,
 las risas desmedidas por alguna tontería,
 o los esfuerzos exagerados de querer ahogar todo con actividad física.


Ni mirar al cielo, ni contar las nubes.



Rezar, tal vez lo alivie, en esos días donde la fe vuelve,
pero en esos días donde las dudas vienen, rezar no alivia más que ... nada.

Tampoco los consejos,
ni las experiencias,
ya no sirve ni la soledad, ni la compañía.


Ya nada sirve,
ni tampoco llorar, aunque sea por horas, no sirve,
ni gritar mientras lo hago, pataleando tal vez, como un niño

ya nada sirve,
para poder calmar esta tristeza.

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