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martes, 6 de octubre de 2015

La calma de los más hermosos paisajes, y las vistas más impresionantes, como estampillas en cartas de buzones olvidados en esquinas atrapadas con silencios del pasado,  desenvolvían mi calma más profunda.  Pero siempre esa calma era interrumpida por el pensamiento recurrente de saber que al volver de esa calma, de ese viaje, de ese receso de aquella vida que acá llevo,  iba a volverme a sentir tan miserable y tan poca cosa como diariamente lo hago.

Ahora, ahora que estoy acá, que volví convencido de que hay algo más grande, más allá, más inmenso y más omnipotente. Ahora, que estoy acá, con ganas de arreglar todo pero con un mundo que lamentablemente se cansó de darme oportunidades. Ahora, que estoy acá, tan triste y tan solo.

Ahora, que estoy acá,  derrotado,  tristemente pienso que mi cuerpo está esperando nuevamente ese día en el que mi cabeza explote y no de más, y se acueste en la cama a esperar partir.
Eso sí, esta vez, no voy a fallar.

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