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domingo, 13 de septiembre de 2015

Y son constantes las ganas que tengo de conversar, de saber como estás, de preguntarte como estuvo tu día y saber si con palabras puedo ayudar a calmar cualquier problema que te pase.
Son constantes, mis ganas de saber si te reíste a la tarde, si disfrutaste a la noche y si lograste divertirte. También si llegaste bien a tu casa, abrigada, acompañada y contenta.

Son constantes mis celos, mi bronca, mi envidia, mis nervios. Mi inquietud por no saber en qué pensas, que sentís o que haces. Mi desesperación por haber entendido que si te escribo no te importa, si te pienso no te interesa, y si te busco no te encuentro.

Es tristeza, es angustia. Son ganas de ir a buscarte pero sin tus ganas de ser buscada.

Si supieras, por un momento, la cantidad de cosas que podría llegar a darte tan solo si fueses capaz de darme un pequeño lugar en tu vida.

Te aseguro, la confianza volvería, sonreirías, abrazarías.
Y de nuevo, otra vez, me mirarías a los ojos y sabrías con certeza que me vas a tener siempre, en las buenas, en las malas, pero siempre, ahí, abrazando a alguien que amo con locura.

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