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lunes, 14 de septiembre de 2015

Amaría con todo mi ser cuidarte ahora mismo, y buscar los modos de hacerte feliz. Sacarte sonrisas de las maneras más extravagantes, y también de las más simples. Disfrutaría permanecer el día a día con vos y poder tener la confianza y la seguridad de que yo realmente te hago bien, porque te aseguro que más allá de mis miedos, que son muchos, mi esfuerzo se impondría ante ese constante temor de perderte y ganaría ese tire y empuje, para que vos te sientas bien estando al lado mío.
Disfrutaría tanto sacarnos fotos juntos, mimarte cuánto sea mi límite posible, peinarte cuando me dejes, mirarte todo el tiempo, cocinar juntos, dormir, tan solo dormir abrazado a vos sería el placer más grande que podría gozar.  Amaría tanto salir a pasear con vos, jugar con el perro, mirar el cielo acostados en el pasto, mirar el amanecer,  hacerte cosquillas y terminar peleando porque me rasguñaste, hacerte reír cuando estás tan enojada que te pones odiosa e histérica.
Abrazarte, también me encantaría abrazarte, después de una pelea en la cuál ambos nos arrepentimos de habernos tratado mal. O también regalarte un abrazo cuando tengas frío, o cuando me lo pidas, o cuando tenga ganas de dártelo. En fin, me encantaría abrazarte todo el tiempo.
Hacerte regalos.  Simples, o no tanto.
Llenarte de sorpresas, de esas realmente inesperadas, repletas de mi esfuerzo y mi cariño.
Acompañarte a cualquier lado, reírme con tus amigas.
Extrañarte, cada vez que te tengo lejos, y desesperarme, cada vez que no hablamos. Pero sentirme totalmente lleno cada vez que te siento cerca, y recuerdo los límites de tu cuerpo, y lo suave de tu boca, y lo lindo de tus ojos, y puro de tu alma.
Disfrutaría ver esos programas de moda que miras vos, y esperaría ansioso que el jurado encuentre la ganadora de esas tres mujeres, mientras te tomo por la espalda y te huelo el pelo, a la vez que sonrío y fijamente te miro, como hipnotizado. En realidad vos y yo sabemos que nunca pude parar de mirarte, que te miré tanto y todo el tiempo. Que te miré con ojos enamorados,  a veces llenos de dulzura, a veces llenos de enojo, pero siempre te miré con un trasfondo que iba más allá de emociones que sentía en ese momento, y que todo se reducía al inmenso amor que te tenía, y que te tengo.
Me fascinaría poder sentir otra vez ese disgusto, esa impaciencia al saber que un micro se atrasó, y caminar de un lado hacia otro en la terminal,  mirando a ambos lados de la ruta si quizá te acercabas de a poco en ese gigante con ruedas, y poder sentir una calma inmensa, seguida de una mirada embobada y una sonrisa tan genuina, al verte a vos bajar del micro, lentamente, y entender que estabas casi tan ansiosa como yo.
Quisiera que ambos podamos de nuevo sentirnos inseguros a veces, pero que todos nuestros miedos se calmen cuando sintamos el cálido abrazo del otro, con el resguardo que implica el querer en serio.

Desearía, con toda mi alma, priorizarte en mi vida, dejar de lado lo que sea con tal de verte, dedicarte mi tiempo y mi paciencia, mi importancia en los detalles, mi atención.
Dedicarte todo, absolutamente, pero sobre todo, dedicarte todo el amor que me sea posible, y mucho más.  Porque te amo, ayer, hoy, y siempre.

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