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sábado, 6 de junio de 2015

No hay peor soledad, que la de sentirse solo aún estando rodeado de gente.
En mi mundo. Mi cabeza es un menjunje de violencia, gritos, tristezas y llantos, que se mezclan todos juntos para crear sentimientos en mí que hasta ahora, desconocía.
Quería salir de ese cuarto, donde después de 4 días entendí que no quiero pisar nunca más un hospital. Lo quería dejar porque me sentía encerrado, sentía que me ahogaba. Después de un par de días me di cuenta que el problema no era el cuarto, no era esa mancha de humedad en la pared ni el espacio reducido, porque soy yo el que simplemente está encerrado y ahogado en mis propios pensamientos.

Lloré, lloré como nunca había llorado, ¿saben?
Muchas veces estuve triste, estuve mal, esas angustias que sentís que el pecho se te mete para adentro y llorando, después de un rato, se te pasa.

Seis días seguidos vengo llorando, 6.  Lloro con todas las fuerzas que me permite la voz, grito, pataleo. Tengo moretones en los brazos de pegarle a las cosas mientras derrocho agua semi salada por los ojos.
El nudo sigue igual, el pecho se me sigue comprimiendo y al tragar saliva, sí, sigo sintiendo ese nudo en la garganta,

LLorar hace bien, dicen,
Hoy, les puedo asegurar, que llorar sin esperanza de que ese llanto cese y las alegrías vuelvan, es la peor tortura que puede sufrir el ser humano.

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