Tres y veinte de la madrugada, estoy comiendo chocolates y escuchando música.
Recién ahora me hice un tiempito para sentarme y estar tranquilo en la computadora con mis cosas, mis tiempos, y ese espacio que cada persona necesita para sentirse a gusto.
Pasé el día fuera de casa, alejado un rato de las cosas que estoy acostumbrado.
La pasé bien, solo una serie de esos disgustitos raros que te amargan por un rato y después se te pasa, pero nada más, nada fuera de lo normal.
Lo que si no estuvo normal hoy, fue mi cabeza, mis pensamientos.
Fue como si tuviera mi atención se focalizara en una sola cosa.
Te pensé, te pensé miles de veces en un solo día. Tantas veces que creía imposible que alguien se me presentara en la mente de forma consecutiva en el corto tiempo de menos de 24 horas.
Me imaginé tu cara, tu pelo, tu cuerpo, tus abrazos.
Y sí, me imaginé todo eso de vos que me hace bien.
También me imaginé las cosas que no me hacen tan bien. Me imaginé peleando, nos pensé peleando, vos puteandome y yo devolviéndote las mismas groserías.
Nos imaginé abrazados.
Estuve mirando el mar y ahí nos veía.
Nos ví en todos lados, siempre abrazados, siempre juntos.
Me está gustando tanto ésto.
Y aunque por momentos tenga bloqueos emocionales donde desconfíe totalmente que podamos tener un futuro, y se me llene la mente de preguntas, de dudas, de saber si me vas a querer o no.
Porque claro, ser menos querido como uno quiere es el peor castigo para la gente como yo, la gente que quiere de forma sincera.
Pero después de todo eso se me pasa, se me pasa la amargura y las dudas y vuelvo a sentir que me siento bien.
Quiero pensar que siempre estuve bien, pero con vos, con vos ciertamente estoy mejor.
Mejor en todo, y hasta parece que estando cerca mío todo lleva un buen curso.
Me haces creer que todo va a marchar bien cuando me miras y me sonreís, cuando me abrazas.
Y ni hablar de cuando me decís un te quiero, porque es una situación tan benéfica para mi alma que no puedo explicar con palabras la sensación en todo el cuerpo que me produce.
Me gusta la espontaneidad de todo ésto, me gusta como las cosas simplemente surgen sin forzarlas. Y a la vez que pasan, sonreímos, sonreímos por la presencia del otro y porque cada uno sonríe con el otro.
Te quiero, te quiero tanto que no veo la hora de poder quererte más.
Y no creo que sea siempre así, porque aseguro que vamos a pasar momentos tristes y amargos, vamos a pelear, nos vamos a tratar mal y llorar, llorar por ambos, vos vas a llorar por mí, y yo, claramente yo voy a llorar por vos.
Pero después todo va a ir bien, te voy a pedir perdón así como vos a mí y nos vamos a volver a abrazar, como ese día que te abracé en una plaza, te abracé sin saber siquiera que ésto iba a suceder, que te iba a tomar tanto cariño.
Quien diría hace unos meses que yo estaría acá, sentado, sonriendo a una pantalla con los dedos en el teclado, tipeando sobre cuánto te quiero, escribiendo rápido las primeras cosas que se me vengan a la cabeza sobre vos, y sobre esa hermosura que transmitís cuando te tengo cerca.
Dicen que las cosas buenas toman tiempo, pero en realidad las grandes cosas suceden en un parpadeo de un ojo .
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