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viernes, 19 de diciembre de 2014

Vení, pasa, quedate.

Que lindo es ese proceso.
Ese sistema, esa estructura no tan estructurada cuando dos personas se comienzan a tomar cariño, a querer, a enamorarse, a amarse, a sentir esa dependencia emocional tan ligada a la vida cotidiana.

Más lindo aún cuando todo eso pasa de manera espontánea, casi imperceptible a los ojos del tiempo.
Esa situación donde de un momento para otro, nos damos cuenta de lo que significa ese alguien para nosotros, y repentinamente somos conscientes de cuánto amor le tenemos.

Que triste que se manche de dudas, de inseguridades.
Pero a veces hace falta equivocarse para no volver a hacerlo, y otras veces hace falta dudar para tomar confianza, pisar firme, y avanzar.

Avanzar, avanzar con vos al lado y mirarte, mirar esos ojos que me hacen bien, esa sonrisa sincera que me calma la mente y me sume en un trance de serenidad.

Me aterra que te me vayas, cuando todo ésto recién empieza. Quiero que dure, quiero tener miles de dosis de vos misma, quiero sentirte cerca y poder tenerte, quiero tantas cosas de vos que al final solo lo resumo a que te quiero a vos, entera, en cuerpo y alma.

Y hace tanto que no lo decía, hacía tanto que no miraba a alguien a los ojos y podía decirle :

 Ayer, hoy, y mañana, mi felicidad se debió, se debe, y se va a deber gracias a tu existencia.

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