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domingo, 8 de noviembre de 2015

Soñar con alguien que elegís no pensar, aunque no te salga. Tal vez es un arma del subconsciente.
Una herramienta de esa parte nuestra que no razona, que solo quiere, siente, llora y ríe, sin pensar en la lógica de los actos.  De esa parte nuestra más impulsiva, que sigue corazonadas y las persigue, contra viento y marea, si siente que así lo desea.
Soñar con alguien que elegís no pensar, será la otra parte de la cabeza extrañando. 
Nada extraordinario, en verdad. 
Sueño risas en Plaza Moreno.  Sueño simplicidades como miradas, como caricias, como detalles.
Sueño primeras horas de la mañana, y también últimas de la noche, sueño tardes, también mediodías. Mi mente vuela soñando cosas que pasaron, o que nunca pasarán.    Sueño pasos en calle Alvear, también en Naveiro.  
Sueño compañía, y en los sueños también lloro la ausencia.    Miradas como primer argumento de la mañana, como sentenciando con un  sí  que el día va a ser perfecto con vos al lado.   Sueño con estar dispuesto a cambiarlo todo, a romperme entero, a sentir el fondo, a perder el miedo, a empezar de nuevo.
Y luego de soñar, viene la peor parte. 


La de extrañar despierto.

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