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sábado, 16 de septiembre de 2017

Ser

Tal vez será que uno anda,
o que se queda parado en un sitio,
con la sensación de ir andando.

Tal vez será que los miedos,
te arraigan al suelo una vez que te controlan
o se vuelven uno mismo
cuando lo dejamos ser.

Y que mejor que ser
sin ser uno mismo
ese mismo que lleno de miedos está.

Y que mejor que ser,
todo eso que somos,
sin la parte que no queremos ser

Y que mejor que querer,
sabiendo lo que soy
pero que complicado se vuelve
si todavía no lo sé

Tal vez será,
que quise ser
sabiendo que no era
y sin culpa ni pena anduve por ahí siendo

Tal vez será,
que lo que no quise ver,
adentro mío persevera,
y en una noche solo y con frío me voy arrepintiendo

Tal vez el tal vez en mi ya no quepa,
y mi alma se increpa como revelando,
anarquía en mi alma con mi corazón protestando

Y gritos en crisis que me encierran con ira,
y soy yo otra vez la que de nuevo los tira,
todo eso,
que nunca quise ser,
y que mientras mis ojos el espejo miran,
creyendo creer,
queriendo crecer
intentando amar,
a mi propio ser
para una vez más, poder continuar,
resistiendo y luchando
para prevalecer.

lunes, 24 de julio de 2017

Hasta el hueso

Tal vez es que nunca fui bueno para dejarme las cosas guardadas adentro mío, o tal vez fui un experto sobre el tema durante un tiempo largo, pero ese tiempo largo viví envenenado por la tremenda angustia que te genera guardarte algo que te lastima adentro tuyo, como ponerte la zapatilla sabiendo que hay un vidrio adentro, porque aunque el vidrio tal vez se mueva un poco, y con más que un poco de suerte no llegues a pisarlo,  hagas lo que hagas nunca vas a poder evitar el impostergable final de pisarlo y lastimarte.
Y pisar lastimado cuesta, arde, molesta, enoja, te da rabia, se te pasa, se te olvida y te volvés a enojar, con mas fuerza, con más ganas, con más bronca, con dientes más apretados y los puños cerrados con más tristeza.
Tal vez yo no quería cerrar los puños con más fuerzas, tal vez yo no quería enojarme con más ganas,y tal vez no quería apretar los dientes y tragarme la angustia de no entender nunca el por qué de esa forma tan rara de tratarme.  Tal vez será que yo prefería resolver las cosas con la calma de volver a empezar un día tranquilo, y terminarlo refugiado en esos ojos que siempre me dieron calma, tal vez será que nunca entendí que vos nunca fuiste recíproca, y será que yo seré de esos que siempre va a ser igual, por más que quieras, por más que quiera, por más que intente, dar lo que siento y regalarlo a corazón abierto es mi forma de decir te quiero.
Tal vez no te fue suficiente, tal vez éstas palabras sean pocas, y aunque sé que lo que siento es mucho y también es triste, éstas pocas palabras son suficientes, para agradecerte por tanto y sentir que vos en el fondo, aunque no lo digas, también estás agradecida. Tal vez nunca fuiste buena agradeciendo, tal vez nunca fuiste buena queriendo, tal vez nunca me quisiste, o tal vez sí, pero siempre me voy a carcomer la cabeza con ésta duda que me generó tu imposibilidad de nunca serme sinceramente frontal, a pesar de que, por lo menos de mi parte, siempre te hablé como si hablara consigo mismo, y siempre fui bueno para hablar solo, tal vez fue siempre la manera de compensar el no mostrar ni hablar con nadie lo que sentía.
Y hoy pasa, hoy sucede, que a pesar que me rogaste que deje de hablar solo y me apoye en vos, acá estoy, otra vez vuelvo a elegir hablarme de frente, a mi mismo, porque por un tiempo dejé de quererme para quererte más a vos, pero acá vuelvo, o por lo menos intentando volver, a intentar convivir con la idea de que ahora otra vez vuelvo conmigo, a intentar convivir con ésto que duele, con ésto que me hiciste, con ésto que se clavó tanto, que llegó hasta el hueso.

jueves, 23 de marzo de 2017

Hasta siempre, Abuela.

Como entrando a un lugar distinto, casi mágico, pero no de esos que antes de cruzar la puerta nos carcome la cabeza las dudas y las inseguridades. No así, no tenía ese gustito a incertidumbre, sino que todo lo contrario, llegar a tu casa y ver tu sonrisa que a pesar de los años y los malos tiempos seguía igual,  sabía a la más fuerte dósis de sentirme en mi casa.
Tu saludo siempre fue hogar, y cruzar ese portoncito atado con alambre, el cuál protegía esa puerta siempre semi abierta y detrás de ella una mujer a la que ahora le dedico letras, fue durante tanto uno de esos alivios al mundo cruel y retorcido que estaba afuera de ese patio simple pero hecho con tanto amor.

Y que mejor ejemplo que vos para hablar de simpleza,
si hasta tu nombre, Haydeé, significa modestia
y que mejor ejemplo que vos para hablar de modestia.

        Y que mejor ejemplo que vos, para hablar.
        Si hablar de vos sería nunca callarse

Lo que daría ahora por que hablaras, y me digas todo eso que no me dijiste
y también
me repitas todo eso que no te escuché
Y de que sirve escribirte ahora que ya no te tengo, será que tal vez necesito escupir todo eso que siempre reprimo y al final de cuentas entiendo que no tiene sentido alguno. O será que tal vez la fé a veces es terca y por dentro siento que me estás leyendo, que me estás cuidando, que me estás mirando con esos ojos celestes rodeados de arrugas que contemplaban con amor cada vez que fui creciendo y se fueron acortando mis ratos de visitas.

Si te cuento, cuánto disfrutaba tus mates, tus charlas, y esas galletitas que andá a saber que tenían que salía tan lleno.
Tal vez simplemente era el hecho que las hacías con cariño, y eso bastaba para que yo de ahí me vaya con una sonrisa y un " Iuuuupiii " que me gritabas cada vez que me despedías de la puerta.

- "Entrá, entrá que hace frío"

     Te decía siempre mi viejo, y después seguía la frase con un "será porfiada che, no se mete"

 Y con el tiempo entendí, que a vos no te importaba el frío, ni los huesos que te dolían, ni que los mosquitos se te metan adentro.
Te quedabas ahí, siempre te quedabas ahí, parada, soportando la cadera y el sol que te pegaba en la cara, pero era tu manera de decirme volvé pronto, mijito.
Me saludabas con los ojos brillosos de emoción, y sacudías la mano con la vitalidad de un adulto.

Y es difícil quedarme con la angustia de saber que no te dí todo de mí, que nunca supe mirarte a los ojos y tener la decisión de poder agradecerte todo eso que me diste sin la mínima intención de recibir algo a cambio.
Ahora sé que tengo que enfrentar todo lo que me resta sin la confianza de saber que allá y cada tanto, en ese rincón del mundo, vos me vas a estar esperando con unos mates, tu casita llena de verdes, y esos ojos que me miraban como diciendo.

    - Todo va a estar bien.