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martes, 17 de noviembre de 2015

Entiendo que es imposible que un "perdoname" no suene a justificativo barato, repetitivo e insulso, con el que trato de lavar mis culpas, aún así te pido perdón. Mirándote a los ojos, teniéndote de frente, sintiéndote de cerca. Aunque también te pido perdón cada vez que te tengo lejos, y te pienso, y te extraño.  Te pido perdón cada vez que lloro ese vacío, que siento esa ausencia, que sufro esa soledad.  Te pido perdón cada vez que me pongo en tu lugar.
Pero fue tan lindo que después de cuatro meses pueda pedirte perdón de frente, y haberte tenido en frente.
Y por eso te escribo, porque así me sale decirte tantas cosas que cuando estás cerca no me surgen, no porque no las sienta, sino porque me pongo nervioso, me tiemblan las manos, titubea mi voz, como si estuviera dudando, pero te aseguro que todas las cosas que quiero decirte y no me salen, son todas certezas.
Quiero cuidarte, porque convertiste lo imposible en diario, lo fantástico en normalidad,  y lo inmensamente increíble y lleno de alegría en mi vida cotidiana.  Quiero cuidarte porque creo que ya es momento de que reconstruyamos el vínculo, de a poco, midiendo cada avance y sin forzar el querer volver a donde estábamos, tan cómodos y felices.
Quiero cuidarte, además de quererte!  Porque cuando las cosas se ponen duras, la vida se hacía mucho más llevadera con tu foto en la pared,  con tu mano cerca mío.
Hacerlo significaría tener la mejor razón para empezar todos los días con un  sí, despertando sonriendo cada día, y pidiendo que se repita.  Sería escucharte, sería quererte, sería tenerte, y que también me tengas. Como antes, sabes? pero con el doble de ganas.  Sobre todo, con sinceridad.
Corriéndote los miedos, barriéndote los miedos, y rearmando esa torre de cartas que se llama confianza.

Cuidarte, sería, levantarme cada mañana sin pensar en nada más, sabiendo que tengo el resto del día teniendo mucho que sentir.  Y ese sentir, te aseguro, es todo para vos.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Soñar con alguien que elegís no pensar, aunque no te salga. Tal vez es un arma del subconsciente.
Una herramienta de esa parte nuestra que no razona, que solo quiere, siente, llora y ríe, sin pensar en la lógica de los actos.  De esa parte nuestra más impulsiva, que sigue corazonadas y las persigue, contra viento y marea, si siente que así lo desea.
Soñar con alguien que elegís no pensar, será la otra parte de la cabeza extrañando. 
Nada extraordinario, en verdad. 
Sueño risas en Plaza Moreno.  Sueño simplicidades como miradas, como caricias, como detalles.
Sueño primeras horas de la mañana, y también últimas de la noche, sueño tardes, también mediodías. Mi mente vuela soñando cosas que pasaron, o que nunca pasarán.    Sueño pasos en calle Alvear, también en Naveiro.  
Sueño compañía, y en los sueños también lloro la ausencia.    Miradas como primer argumento de la mañana, como sentenciando con un  sí  que el día va a ser perfecto con vos al lado.   Sueño con estar dispuesto a cambiarlo todo, a romperme entero, a sentir el fondo, a perder el miedo, a empezar de nuevo.
Y luego de soñar, viene la peor parte. 


La de extrañar despierto.